De vez en cuando, y tal como llevamos los fines de semana, darnos un buen calentón con un dorsal pinchado en el pecho no viene nada mal. Más aún ahora que, en mi proceso de volver a ser corredor en mis ratos libres, estoy preparando carreras de montaña, donde los ritmos son mucho más bajos que en una carrera de 8,7 kilómetros, a pesar de las dos cuestas en cada una de las tres vueltas del Cross de Santa Úrsula de Murillo el Fruto.
Una carrera, la de Murillo el Fruto, que resulta poco conocida por la cantidad de participantes que acuden, pero en la que siempre aparece algún corredor de gran nivel dispuesto a dar espectáculo. A mí, personalmente, me gusta el recorrido porque obliga a gestionar muy bien las fuerzas. Se trata de un circuito de tres vueltas de unos 2,9 kilómetros, que comienza con un primer kilómetro cuesta abajo y varias curvas. En el kilómetro 1,5 aparece una primera cuesta y en el 2,5 otra. Vuelta tras vuelta, esas cuestas se van notando.
Desde el Peralta Atlético, un par de compañeros se animaron a participar, así que ya tenía la mañana echada: ir a Murillo, calentar, correr y después hacer un pequeño rodaje. A lo tonto, salieron 15 kilómetros de entrenamiento. Carlos y Javier fueron los compañeros con los que fui a correr.
Tras recoger el dorsal y comprar unos boletos para colaborar con ANELA (Asociación Española de Esclerosis Lateral Amiotrófica), nos fuimos los tres compañeros a tomarnos un café y coger energía. En el mismo bar apareció uno de los que posiblemente ganaría la carrera. Como ya he dicho, a cualquier carrera siempre cae gente con nivel. Víctor Bernedo, corredor del Beste Iruña, andaba por ahí suelto.
Mis compañeros iban pensando en una carrera ‘llana para darle’, y es que los consejos de otro gran corredor del club no coincidieron mucho con la realidad. Esto nos llevó a tomárnoslo con guasa y con risa, pero esta carrera de ‘llana’ no tiene nada. Así que primero nos dimos una vuelta de reconocimiento mientras calentábamos, para que vieran el recorrido. Yo ya la corrí el año pasado y sabía a lo que me enfrentaba.
En la salida, varias caras conocidas y, tras las palabras del speaker y de una colaboradora de la Asociación ANELA, al lío: a darle zapatilla por las calles de Murillo. La salida fue rápida, como era de esperar, así que tocó tener cuidado de no liarla en alguna curva. El grupo de cabeza se escapó enseguida y, para bien, formamos un grupito de cinco corredores en el que estaba la gran corredora navarra Egipto Flamarique. Fue ella quien nos marcó el ritmo de carrera durante la primera vuelta.
Hay que decir también que esta carrera tiene una versión más reducida, que consiste solo en una única vuelta. Para quienes se inician es ideal; para quienes quieren darse un buen calentón, todavía mejor… buuufff. Un ‘casi’ 3.000 metros con cuestas… casi nada para el cuerpo.
El paso por meta siempre es un lugar donde se concentra más gente, así que recibimos los ánimos de personas conocidas entre el público. En la segunda vuelta perdí unos metros respecto a Egipto y a otro gran conocido, Carlos Moriones, de Carcastillo, y traté de mantener esa distancia de unos 8-10 metros para seguir su estela. Así completé la tercera vuelta, parando mi crono en 32:20 y entrando 10º en meta. Lo mejor: las buenas sensaciones corriendo a ritmo rápido.
La sorpresa llegó con nuestro compañero Javier Martínez, que entró en tercera posición, así que genial. Me alegro por el chaval y por su buen estado de forma. Nos contó que había estado peleando el segundo puesto hasta la rampa final, así que doble mérito. Buen calentón para él también.
Tras una buena ducha fuimos a la entrega de premios; había que arropar al compañero. En los sorteos no hubo suerte, pero donde sí llegamos con fuerza fue al almuerzo. Al llegar a meta nos dieron una bolsa del corredor con avena, leche Lacturale y una bolsa personalizada de la carrera, y en su interior un ticket para un pincho de txistorra, panceta o tortilla de patata. Para nuestra sorpresa, podías elegir entre uno, dos o los tres, así que, con el hambre que llevábamos, cogimos de los tres.
Pues, aprovechando la rayadica de sol que había en la Plaza de Murillo y charlando entre nosotros y con varias personas a las que llevábamos tiempo sin ver, se nos pasó la mañana. Tocó volver a casa, aprovechando para correr, entrenar y disfrutar 'desde dentro' de una carrera genial y de muy buena compañía.





