Había muchas ganas de ponernos un dorsal este año. Me ocurrió lo que le suele pasar a mucha gente, había que inscribirse a una prueba para tener un objetivo y así obligarnos a entrenar un poco. En un medio calentón con mi primo Asier, le propuse ir a Bera a la media maratón de montaña el domingo 13 de abril. Él aceptó, así que había que cumplir con la promesa.
Bera es una de las carreras que llena inscripciones rápido, así que estuvimos atentos el primer día de inscripciones para asegurarnos un dorsal. Ya lo teníamos, así que ésto, nos obligaba a tener que entrenar un poco para no sufrir en exceso en los 21 kilómetros de prueba con sus 1.200 metros de desnivel positivo.
A decir verdad, no fuí todo lo bien preparados que debíamos, así que varias cosas tenía claras para el día de la prueba. La primera, que no iba a correr con mi primo. Él para adelante y yo desde atrás. La segunda era que íbamos a disfrutar como lo hacíamos antes con las carreras de trail. Y la tercera que iba a salir desde atrás, intentando no pasarme en los 10 primeros kilómetros, ya que conocíamos la prueba ya que la habíamos corrido en un par de ocasiones y al llegar a la subida de Larrun, si aguantaban las fuerzas, quería hacer la subida ligerita.
Del equipo nos íbamos a desplazar varias personas. Estuvimos hablando los días previos y apañamos en un par de coches desplazarnos desde Peralta a Bera. A mi me tocó con el profe, con el señor Riaño. Hombre que en esta carrera en la que debuté en montaña, me guió en la edición del 2014 para no cometer muchos errores y pagar mi inexperiencia.
Ya en Bera, recogida de dorsal. Temprano. Tan temprano que no habían empezado ni a darlos todavía. En el regreso al coche para cambiarnos, hicimos muchísimas paradas. Y es que es lo que tiene, no estar ese día con el micrófono y poder parar cinco minutos a hablar con una persona.
Cambiarnos, volver al polideportivo, dejar las mochilas en la consigna y esperar. Calentar no íbamos a calentar, ya que estaba lloviendo y con bastante humedad, así que decidí no calentar y empezar suave a modo calentamiento.
Me metí al cajón de salida de los corredores, miré hacia atrás y apenas tenía dos filas de personas por detrás mía. En pocas ocasiones, por no decir ninguna, nos habíamos visto en una situación así en una carrera, pero esta vez queríamos hacerlo así y salir desde atrás.
Nos dieron la salida, hicimos el primer kilómetro por las calles de Bera, para mi sorpresa a 4'40" saliendo atrás y en una carrera de montaña... no creo que mucha gente esté para esos ritmos, pero bueno, el inicio de carrera nos llevó a eso.
De primeras, los 5 primeros kilómetros, picando para arriba hasta hacer cima en Manttale, nombre del club organizador. Hasta aquí bien. En los senderos caminando al ritmo que marcaba el grupo porque no se podía adelantar ya que íbamos en fila de a uno, así que paciencia y tranquilidad.
En la bajada nos soltamos un poquito, pero no mucho para no gastar fuerzas. Ahí nos alegró ver a Josetxo Imbuluzqueta que me reconoció y me hecho una buena foto. A escasos metros de allí, pasamos por la zona de Ibardin donde por lo general suele haber bastante gente. Para como estaba el día, había muchísima gente por allí y en la siguiente subida, que es cortita, pero menuda inclinación, también habías muchas personas animando. Suerte que con esos ánimos del público nos sacaron hasta una sonrisa.
Paré en el avituallamiento de Usatita. Recargué el bidón y aproveché a comer unos dátiles y unas almendras mientras caminaba por una pista bastante ancha. Había que coger fuerza y energía para lo que nos quedaba.
Otro de los puntos donde suele haber bastante gente es en el avituallamiento de Landagaineta, aquí comienza la dura subida a Larrun y además, en la bajada se vuelve a pasar por el mismo punto. Hasta aquí llegué muy bien. Tocaban ahora cuatro kilómetros de dura subida. Primero a Larrun Txiki, bajar un poquito y a Larrun.
Marqué mi ritmo desde abajo y aquí fui pasando a muchísima gente. Desconozco el porcentaje de las cuestas de esta parte, pero son realmente altos. Iba disfrutando. Veís que iba bien así que a tirar para arriba. Primero la cima de Larrun Txiki y después la subida a Larrun, que si bien los últimos metros en roca casi vertical, la cuenta anterior en una auténtica salvajada.
Solo quedaba bajar... jajajjajja. Me río. Una bajada de 7 kilómetros, os aseguro que se puede hacer interminable. La primera parte es hormigón. Siempre me resulta muy incómodo correr aquí, ya que tiene mucho desnivel, con lo cual, hay que ir frenando para no coger tanta velocidad que no puedas parar.
Barro teníamos por un tubo. Así que en las zonas con mucho barro, había que ir con cuidado ya que teníamos más para perder que para ganar. Y por último, los repechicos que hay en los tres últimos kilómetros, a esas alturas de carrera, cuesta salvarlos, ya que el cuerpo te pide correr, pero las piernas ahí ya flaquean un poco.
Para terminar, nos queda el asfalto. Pisas asfalto, arden las piernas. Ves la zona de vallas y cintas y tanta gente animando, pero serán fácil 500 metros hasta llegar al arco de meta, así que en estos últimos metros, nos dejamos llevar un poquito para disfrutar de una llegada con tanta animación.
En meta, nos esperaba otra gran parte. El avituallamiento de llegada muy completo. Los sorteos, a pesar de no haberme tocado nada, de lujo. Casi 50 premios habría repartidos entre los participantes. Manguera para quitarte el barro antes de entrar a las duchas. Y tras la entrega de premios, todo el mundo al frontón al lunch post-carrera. ¿Qué mas se puede pedir?
Acabé bien. Acabé contento. Me divertí. Me lo pasé bien. Estuve en buena compañía. Saludé a muchísima gente conocida. No me lesioné. Así que es como para estar contento. De momento, no hay previsión de ponernos otro dorsal, así que sobre la marcha. Nos vienen meses de mucho micro, así que , deportistas, nos vemos en las carreras y fin de semana con dorsal.
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