No queremos perder la costumbre de ponernos un dorsal y participar de vez en cuando en alguna carrera. Y qué mejor manera de hacerlo que en una carrera solidaria, junto a la familia de Aurrera Markelekin. Esto ocurrió el pasado sábado, 28 de junio, en la Carrera Solidaria de Ziordia, donde pudimos disfrutar de un evento deportivo con un gran componente solidario: una carrera en la que acompañamos a nuestro amigo Markel y colaboramos, además de con Aurrera Markelekin, con la asociación de Síndromes AGO y el comedor solidario París 365 de Pamplona.
Iba a ser nuestra segunda participación en esta carrera, ya que también estuvimos en la edición de 2023. Como este fin de semana lo tenía más libre y al día siguiente iba a correr la Triku Trail en Etxarri Aranatz —a apenas 15 minutos de Ziordia—, me planteé participar en ambas pruebas.
Hice la preinscripción hace varias semanas, pero, por otro lado, tampoco quería comprometerme demasiado con la familia de Aurrera Markelekin, ya que la mañana del sábado me tocaba estar como speaker en la Ortigosa Trail, en la localidad riojana de Ortigosa de Cameros. Desde allí teníamos unas dos horas de viaje, así que no sabía con certeza si iba a llegar a tiempo para la salida de la carrera.
Finalmente, pude llegar a tiempo. Eso sí, sin mucho margen. A las 17:45 aparqué mi vehículo, el “último de la fila”, en la entrada por la carretera a Ziordia. Me cambié de ropa rápidamente y, trotando con los 4 kilos de comida que había que aportar como inscripción para el comedor solidario París 365 de Pamplona, llegué al polideportivo para recoger mi dorsal.
¡Sorpresa! La familia de Aurrera Markelekin ya estaba preparada. Saludos rápidos a todo el mundo, colocación del dorsal, alguna que otra foto rápida, recogida de una pedazo bolsa del corredor muy completa y además, nos llevamos un estuche de vino entre los muchos sorteos que la organización hace entre los participantes.
Nos tuvieron que guardar todo porque sino, no llegaba a la salida. Aún pasé por la fuente para refrescarme, porque el termómetro marcaba 35º a eso de las 18:00, justo cuando estaba programada la carrera. Josetxo, siempre atento, nos dejó una bonita foto.
Por el camino saludé rápidamente a Jose Ramón Ramírez, impulsor de este gran evento deportivo, que en esos momentos iba de un lado para otro. Por supuesto, entendemos perfectamente que, en los instantes previos a la salida, esté pendiente de todos los detalles.
Foto de familia con todos los corredores y… ¡venga, a la salida! Por delante nos esperaban 6,8 kilómetros combinando tramos de asfalto por el pueblo y una parte de camino rural con el famoso “falso llano”. No es mucho el desnivel a subir, pero vuelta tras vuelta se va notando.
En las dos primeras vueltas se pasa por el parque de Ziordia, junto al río Arakil, mientras que en la tercera, la calle Tejería se recorre en línea recta hasta llegar a la Plaza de Ziordia. En esta calle, un voluntario sacó la manguera para refrescar a quienes quisieran mojarse al pasar frente a su casa. Se agradecía, la verdad, un poco de agua con ese calor.
Completamos el recorrido juntos, en grupo, empujando de vez en cuando la silla adaptada de Markel, escuchando música, contando historias… y entre risa y risa se nos pasaron los 41 minutos de recorrido. Un trayecto lleno de animación, tanto por parte de familiares y amigos que estaban por el pueblo como de los voluntarios repartidos a lo largo del circuito.




Tras la carrera y la ducha, tocaba volver al frontón, porque aquí llega otra gran parte de esta carrera: el momento social más importante de la tarde. Unas largas mesas para picotear la gran merienda que ofrece la organización. Es, sin duda, el momento que mejor sabe de toda la tarde. Charlas, risas, comida, bebida, hinchables para los peques, saludos, anécdotas, agradecimientos, conocer gente… un ambiente sano, divertido y distendido.
No tuvimos suerte con los sorteos de la Asociación Síndromes de AGO, ni con los de Aurrera Markelekin —y mira que había sorteos, ¿eh?—, pero no importa. Habíamos colaborado, que era de lo que se trataba.
Como no había prisa, alargamos todo lo que pudimos la tarde en Ziordia. Ya cuando todo el mundo se retiraba para irse a casa, yo cogí mi coche para ir directamente a Etxarri Aranaz. Al día siguiente nos esperaba la Triku Trail, con sus 21 kilómetros y 1.300 metros de desnivel positivo, puro disfrute por unos montes bonitos y exigentes.
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