viernes, 11 de julio de 2025

CRÓNICA RIAZA BIKE RACE "DESDE EL MICRO"

Ampliamos fronteras desde el micro. Viajamos por primera vez a la provincia de Segovia, de la mano de Miroevents S.L., para ejercer como speaker oficial de la Riaza Bike Race, celebrada en la localidad de Riaza. Fue un evento de dos días, con dos etapas y dos intensas jornadas. El primer día se disputó una gymkana para las categorías infantiles y la prólogo para los adultos. Ya en la segunda jornada, se celebraron una marcha de 70 kilómetros, otra más corta de 40 kilómetros y una prueba infantil de 8,6 kilómetros.

No era la primera vez que trabajaba con dicha empresa. Ya me conocían de un par de eventos anteriores, lo cual siempre es una buena señal: que confíen en mí para otro proyecto. Recibí la llamada de Rubén hace un tiempo, la valoré y decidí estar presente en la Riaza Bike Race 2025.

El evento tenía un aspecto diferencial: se disputaría en dos etapas. Una prólogo el sábado por la tarde y una prueba más larga el domingo. Los participantes que decidían competir en ambas jornadas debían, obligatoriamente, realizar la prueba larga de 70 kilómetros.




El viernes por la tarde, con tranquilidad, viajé hasta la localidad segoviana de Riaza. Fue un trayecto calmado, con precaución y sin prisas. Riaza no es muy grande —cuenta con unos 2.100 habitantes—, así que no tardamos mucho en encontrar la zona donde estarían ubicadas la salida y la meta del evento. Ya llevábamos la referencia desde casa: sería en el Parque Público de El Rasero.

Por allí ya se encontraba parte del equipo de Miroevents ultimando detalles de cara al intenso fin de semana que nos esperaba. El ambiente ya tenía toda la pinta de un gran evento deportivo: los arcos montados, las vallas colocadas, las lonas publicitarias, el camión-pódium... Uno empieza a ponerse nervioso cuando llega y ve todo listo desde el día anterior.

Durante la tarde, tuve tiempo de dar una vuelta por el centro de la localidad. Calles estrechas, algunas empedradas con adoquines, pero lo que más me sorprendió fue la Plaza Mayor de Riaza: el suelo era de arena. La verdad es que nunca me había tocado ver algo así. Curioso, cuanto menos.




Ya por la mañana, temprano, nos reunimos con todo el equipo de trabajo para ir a la zona de salida y preparar lo que sería la jornada matutina. Una gymkana de BTT para categorías infantiles, que se desarrollaría en el Parque del Rasero y consistía en un circuito de unos 500 metros, con una pirámide, un balancín y una zona de conos para realizar un zigzag. Les dábamos la salida cada dos minutos, y la verdad es que estuvo genial.

Tras la prueba, aproveché un rato libre para visitar algunos pueblos de la zona. Primero pasé por la Ermita de Hontanares, situada en medio del monte, y luego visité varios de los llamados Pueblos Rojos y Pueblos Negros. Algunos están construidos con tierra ferruginosa, que les da un tono rojizo a sus fachadas, mientras que otros están hechos con pizarra, lo que les da un color negro característico. Estos pueblos no superan los 20 habitantes, según el INE en 2024.



Por la tarde tuvo lugar el prólogo de los adultos. Con la misma dinámica que la gymkana infantil, con salidas cada dos minutos a modo de contrarreloj, fuimos dando paso a cada participante. De repente, un gran nubarrón descargó rayos, truenos y una fuerte lluvia que obligó a paralizar la prueba durante 50 minutos. El recorrido era muy llano, de unos 8,6 kilómetros, y además de la prueba individual, se podía participar en parejas masculinas, femeninas o mixtas.

Salvada la tarde, ya que la lluvia que cayó fue monumental y tras la entrega de premios de la primera jornada,  aproveché para visitar una localidad cercana, Ayllón, donde había visto unos carteles que anunciaban un festival de danzas. Actuaron el grupo de danzas de Alberite (La Rioja) y los propios grupos de dulzainas y danzas de Ayllón. Tengo especial devoción por los bailes regionales, ya que durante varios años de mi juventud participé en el grupo de danzas de mi pueblo, Falces (Navarra). El pueblo me encantó. Había leído que era muy medieval y con mucho patrimonio histórico, y además disfruté de un bonito espectáculo.




Ya la mañana siguiente tocó madrugar y volver al Parque del Rasero para recibir a los participantes que se enfrentarían a la prueba corta de 40 kilómetros o a la prueba larga de 70, que los llevaría hacia la sierra, inicio de la montaña donde se encuentra la estación de esquí de La Pinilla, y que además los conduciría a varios de los pueblos que habíamos visitado el día anterior.

La salida conjunta fue a las 9:00 de la mañana. Me gustó el ambiente de estos dos días, porque a muchos participantes ya los conocíamos del día anterior, así que ya había cierta confianza y cercanía con muchos de ellos.





Treinta minutos después, a las 9:30, comenzaba la segunda jornada para las categorías infantiles, que se enfrentarían a una carrera de 8,6 kilómetros, coincidiendo el recorrido con el prólogo adulto de la tarde anterior. Aquí, al igual que con los mayores, conocíamos a muchos de los niños y familiares con los que ya habíamos coincidido esa misma mañana, así que todo fue genial.

Durante toda la mañana estuvimos recibiendo participantes en meta, llegados de toda la geografía española. Realmente, no conocíamos a nadie, salvo a un paisano de Arguedas que no dudó en saludarme el día anterior, y con quien ya entablamos más relación.

La gran mayoría venía encantada con el recorrido, aunque destacaban un cortafuegos ubicado a unos 8 o 9 kilómetros de la meta, que añadía una dureza especial a la carrera y que obligó a muchos participantes a echar pie a tierra.

Las anécdotas no faltaron. Por un lado, como buen navarro, a eso de las 11:55 pusimos en el móvil el txupinazo de Pamplona en directo y brindamos con una caña por unas buenas fiestas. La segunda ocurrió casi al final del evento, cuando ya llevábamos unas seis horas. Apareció un campamento de verano con su monitora y unos 10 o 12 niños, proponiéndonos un juego de "trueque". Ellos tenían que cambiar un clip azul por otro objeto. No dudé en participar y les cambié ese clip por mi bolsita donde guardaba la esponja contra el aire del micrófono. Esa bolsita luego la debían cambiar con otra persona por otro objeto y así seguir la cadena. No os digo más, que acabamos bailando en el escenario con ellos, así que le quitamos un ratito a la monitora para el cuidado y entretenimiento de los menores. 20 años de trabajo con menores nos avalan. 



Habíamos entregado los premios tanto de la segunda jornada como de la clasificación general de los dos días. Mucha gente ya se había ido, pero por allí seguía el equipo de trabajo, al que debo agradecer su acogida y compañerismo. Cuando aparecieron los dos últimos participantes que cerraban la meta tras casi seis horas y media, dimos por finalizado el evento, al menos mi parte de locución.

Eran cerca de las cuatro de la tarde cuando fui a un bar de la plaza a comer. Como buen paisano que no le hace ascos a nada y que le gusta probar cosas típicas de la zona, le pregunté al camarero qué plato era típico y recomendable allí. Descartamos el cordero asado, que era por encargo, y nos decidimos por un platazo de alubias con tocino, morcilla, callos, chorizo... y después un codillo asado... tremendo.



El café lo tomamos en una mesa con unos amigos asturianos que habíamos hecho durante el fin de semana en la carrera y que aún seguían por allí. También estuvimos con el equipazo de Mtb Queens de Colmenar Viejo, que también estaban en la Plaza Mayor.

Riaza Bike Race fue toda una experiencia para mí. Un fin de semana de lujo y de grandes momentos compartidos con las mismas personas durante todo el evento. Esto solo lo habíamos vivido en un par de torneos de fútbol, así que compartir sábado y domingo con la misma gente lo recordaremos como una gran experiencia para todos nosotros.





sábado, 5 de julio de 2025

CRÓNICA TRIKU TRAIL "DESDE DENTRO"

Hubo un tiempo en el que seleccionaba las carreras que quería hacer, prácticamente una cada fin de semana o cada dos. Después, llegó otra etapa en la que se nos metió en la cabeza el sub-3 en maratón, y esos fines de semana en nuestro calendario eran sagrados. Prioridad a la maratón frente a otras cosas.

Ahora, entre que no estamos en forma y que los días libres son pocos, no me queda más que mirar qué día tengo libre, qué carrera hay ese día, y a esa que vamos. Nos pasó con la de Bera, y ahora nos ha pasado con la de Etxarri Aranatz: día libre, media maratón de montaña… para aprovechar bien la mañana.

Ya conocíamos la Triku Trail. La había corrido en 2023 y guardo un gran recuerdo, ya que la hice junto a mi primo Asier, en su debut en carreras de montaña un poco más largas de lo que él estaba acostumbrado. Volvíamos dos años más tarde, pero esta vez, cada uno por su lado.




Desde la organización nos avisaron la tarde anterior de que, debido a las altas temperaturas, la carrera se adelantaría una hora, y la prueba larga de 21 kilómetros y 1.300 metros de desnivel positivo saldría a las 8:30.

¡Genial! Por suerte, no tenía que desplazarme por la mañana, ya que me encontraba en la zona. La tarde anterior había corrido, a escasos 15 minutos, la carrera solidaria de Ziordia junto a la gran familia de Aurrera Markelekin.

A primera hora había quedado en el parking del camping de Etxarri Aranatz, lugar desde donde parte la carrera, con varios compañeros de Peralta y Falces para ir a recoger el dorsal. Veníamos en grupo, pero cada uno iba a hacer la carrera por su cuenta.

Recogimos el dorsal y dudamos qué hacer con la pedazo de bolsa del corredor: si dejarla en la consigna o llevarla al coche. Yo decidí llevarla al coche, así que tocó otro paseíco hasta la zona del parking, y luego vuelta nuevamente para dejar las cosas en la consigna. 

Me tomé esos dos paseos como parte del calentamiento, ya que enseguida me coloqué en el cajón de salida. Saludos a conocidos, y alguna que otra sorpresa al verme con dorsal. Pero sí, esta vez tocaba. Tras un aurresku que no llegué a ver porque estaba en las últimas filas del grupo, nos dieron la salida para disfrutar de un carrerón.





Tenía el recuerdo de esta carrera como una de tres grandes subidas, así que había que tomárselo con calma desde el principio. Al igual que en Bera, mi idea era salir desde atrás e ir cubriendo kilómetros poco a poco, sin forzar demasiado la maquinaria. De hecho, me iba mirando el pulso continuamente para asegurarme de que no se disparara.

Desde el inicio, en cuanto la cuesta picaba un poco hacia arriba, tocaba caminar, sin gastar fuerzas en exceso, que seguro iban a hacer falta en la parte final. Así fueron cayendo los kilómetros, disfrutando de cada paso, de cada zancada, de cada cuesta. De los ánimos de los voluntarios, de los avituallamientos —en los que paramos en casi todos—.

Y sí, el calor apretaba, pero la carrera es muy sombría, y la verdad es que se agradecía estar metido entre tanta vegetación.






Subí bien el primer monte, pero bajé de aquella manera, porque, entre que ya no tenemos la confianza para bajar como antes y que la bajada, además de empinada, estaba seca y tenía bastantes canales abiertos por la erosión del agua, pues eso: riesgo cero para evitar cualquier percance en forma de caída o torcedura.

En el kilómetro 10, aproximadamente, pasamos por el avituallamiento de Lizarrusti. Me tomé un pequeño descanso, me hidraté bien, volví a llenar el botellín y hala, al lío.

La segunda subida la recordaba larga, pero quizás no tanto como esta vez, y eso que mantuvimos un ritmo constante desde abajo, controlando el pulso. Pero aquello no dejaba de subir.

La bajada me resultó menos técnica que la primera; la bajamos bien. Mi cabeza no pensaba en otra cosa que en la tercera y última subida. Habíamos guardado fuerzas, "supuestamente". Volvimos a parar e hidratarnos bien en el avituallamiento antes de tomar la senda. Nos refrescamos la cabeza en los barreños y, cuando nos pusimos en marcha para subir con todas nuestras fuerzas y ganas… huy, huy, huy… ya íbamos justitos de fuerzas. No podíamos tirar para arriba como pensaba.


Así que, con cabeza, hicimos un grupito de tres y paso a paso, como diría aquel. Sin prisa, pero sin pausa. No parando, pero a un ritmo muy inferior al que pensaba llevar en esta parte.

Coroné, volví a parar y a refrescarme antes de la última bajada, y venga, que ya quedaba poco. La bajada fue bien, cómodo, pero cuando llegué al llano… ya eran algo más de 2 kilómetros por un recorrido muy bonito, pero mis piernas ya no daban más de sí. Corrían por inercia.

Cartelón de 1 kilómetro a meta. Tiramos de pensamientos, imágenes y recuerdos bonitos que habíamos vivido, y así llegamos a la zona del camping para atravesar el arco y convertirnos en finishers de la Triku Trail, con un tiempo de 2:44:07, quedando en la posición 68 de 252 participantes en meta.






Reencuentro con los compañeros en la zona verde del camping, recogida de mochila y directo a la piscina a refrescarnos. Del avituallamiento de meta poco pude disfrutar; el estómago lo tenía hinchado de tanta agua que había bebido. Tampoco pasé por los masajistas que estaban como servicio de la prueba, pero es que las piernas las tenía para “mírame y no me toques”.

Al haber adelantado la carrera una hora, terminamos también relativamente pronto, así que, tras otro fin de semana danzando de lado a lado, carrera va, carrera viene, decidí no alargar más la estancia por allí, a pesar de estar súper a gusto. Pero aproveché para regresar cuanto antes a estar con la familia, que desde el viernes llevaba sin ver.

Triku Trail, me llevo otro buen recuerdo tuyo: de tu organización, de tus voluntarios, de tus servicios, de un buen marcaje y del agradecimiento por el adelanto de la hora de la prueba. No la corrimos, pero por si os animáis otro año, también hubo una carrera paralela de 10 kilómetros y 565 metros positivos, por si fuera de vuestro interés.




viernes, 4 de julio de 2025

CRÓNICA CARRERA SOLIDARIA ZIORDIA "DESDE DENTRO"

No queremos perder la costumbre de ponernos un dorsal y participar de vez en cuando en alguna carrera. Y qué mejor manera de hacerlo que en una carrera solidaria, junto a la familia de Aurrera Markelekin. Esto ocurrió el pasado sábado, 28 de junio, en la Carrera Solidaria de Ziordia, donde pudimos disfrutar de un evento deportivo con un gran componente solidario: una carrera en la que acompañamos a nuestro amigo Markel y colaboramos, además de con Aurrera Markelekin, con la asociación de Síndromes AGO y el comedor solidario París 365 de Pamplona.

Iba a ser nuestra segunda participación en esta carrera, ya que también estuvimos en la edición de 2023. Como este fin de semana lo tenía más libre y al día siguiente iba a correr la Triku Trail en Etxarri Aranatz —a apenas 15 minutos de Ziordia—, me planteé participar en ambas pruebas.

Hice la preinscripción hace varias semanas, pero, por otro lado, tampoco quería comprometerme demasiado con la familia de Aurrera Markelekin, ya que la mañana del sábado me tocaba estar como speaker en la Ortigosa Trail, en la localidad riojana de Ortigosa de Cameros. Desde allí teníamos unas dos horas de viaje, así que no sabía con certeza si iba a llegar a tiempo para la salida de la carrera.

Finalmente, pude llegar a tiempo. Eso sí, sin mucho margen. A las 17:45 aparqué mi vehículo, el “último de la fila”, en la entrada por la carretera a Ziordia. Me cambié de ropa rápidamente y, trotando con los 4 kilos de comida que había que aportar como inscripción para el comedor solidario París 365 de Pamplona, llegué al polideportivo para recoger mi dorsal.




¡Sorpresa! La familia de Aurrera Markelekin ya estaba preparada. Saludos rápidos a todo el mundo, colocación del dorsal, alguna que otra foto rápida, recogida de una pedazo bolsa del corredor muy completa y además, nos llevamos un estuche de vino entre los muchos sorteos que la organización hace entre los participantes.




Nos tuvieron que guardar todo porque sino, no llegaba a la salida. Aún pasé por la fuente para refrescarme, porque el termómetro marcaba 35º a eso de las 18:00, justo cuando estaba programada la carrera. Josetxo, siempre atento, nos dejó una bonita foto.




Por el camino saludé rápidamente a Jose Ramón Ramírez, impulsor de este gran evento deportivo, que en esos momentos iba de un lado para otro. Por supuesto, entendemos perfectamente que, en los instantes previos a la salida, esté pendiente de todos los detalles.

Foto de familia con todos los corredores y… ¡venga, a la salida! Por delante nos esperaban 6,8 kilómetros combinando tramos de asfalto por el pueblo y una parte de camino rural con el famoso “falso llano”. No es mucho el desnivel a subir, pero vuelta tras vuelta se va notando.

En las dos primeras vueltas se pasa por el parque de Ziordia, junto al río Arakil, mientras que en la tercera, la calle Tejería se recorre en línea recta hasta llegar a la Plaza de Ziordia. En esta calle, un voluntario sacó la manguera para refrescar a quienes quisieran mojarse al pasar frente a su casa. Se agradecía, la verdad, un poco de agua con ese calor.

Completamos el recorrido juntos, en grupo, empujando de vez en cuando la silla adaptada de Markel, escuchando música, contando historias… y entre risa y risa se nos pasaron los 41 minutos de recorrido. Un trayecto lleno de animación, tanto por parte de familiares y amigos que estaban por el pueblo como de los voluntarios repartidos a lo largo del circuito.








Tras la carrera y la ducha, tocaba volver al frontón, porque aquí llega otra gran parte de esta carrera: el momento social más importante de la tarde. Unas largas mesas para picotear la gran merienda que ofrece la organización. Es, sin duda, el momento que mejor sabe de toda la tarde. Charlas, risas, comida, bebida, hinchables para los peques, saludos, anécdotas, agradecimientos, conocer gente… un ambiente sano, divertido y distendido.

No tuvimos suerte con los sorteos de la Asociación Síndromes de AGO, ni con los de Aurrera Markelekin —y mira que había sorteos, ¿eh?—, pero no importa. Habíamos colaborado, que era de lo que se trataba.

Como no había prisa, alargamos todo lo que pudimos la tarde en Ziordia. Ya cuando todo el mundo se retiraba para irse a casa, yo cogí mi coche para ir directamente a Etxarri Aranaz. Al día siguiente nos esperaba la Triku Trail, con sus 21 kilómetros y 1.300 metros de desnivel positivo, puro disfrute por unos montes bonitos y exigentes.





martes, 1 de julio de 2025

CRÓNICA ORTIGOSA TRAIL "DESDE EL MICRO"

Qué bonito es cuando una persona te habla con los ojos brillantes, con la voz entrecortada, con emoción. Cuando te abraza, te da mil y una veces las gracias. Cuando, aunque por dentro tenga dudas de última hora, confía en que todo saldrá bien.

Cuando te comparte asuntos personales, porque su mente, su alma y su corazón se han volcado durante semanas en cuerpo y alma por y para Ortigosa de Cameros, por y para Ortigosa Trail.

Henrik Vacun, eres muy grande. Henrik Vacun, zelo si velik.

Hace ya muchos años que conozco a esta gran persona. Coincidimos en muchas —muchísimas— carreras, cuando yo me ponía un dorsal en el pecho prácticamente cada fin de semana. Aquella amistad deportiva se fue manteniendo con el tiempo, creciendo, especialmente en sus participaciones en Pilón Trail.



Más adelante, volvimos a cruzarnos en el Trail de Codés: yo trabajando, él ayudando, siempre echando una mano con generosidad. Y así fue como surgió la oportunidad de compartir experiencia en Ortigosa Trail, en la edición del pasado año. Henrik coordinaba el evento y me propuso estar como speaker. Tan bien salió todo, que este pasado sábado, 28 de junio, hemos vuelto a repetir como speaker en la IV edición de Ortigosa Trail.

A otra de las personas a las que tengo que dar las gracias, y hacerlo personalmente, es a Pilar.
Ella también se desvive por la carrera, por cuidar cada detalle, por que no nos falte de nada a quienes estamos allí por y para el evento.

Tal es su generosidad, que el viernes, cuando llegué a Ortigosa de Cameros por la tarde-noche para evitar el madrugón del día siguiente, no dudó en invitarme a cenar en su casa, junto a otros voluntarios y personas del equipo que, como yo, íbamos a trabajar en el evento. Detalles como ese marcan la diferencia. Y hacen grande a Ortigosa Trail.

Tras una gran cena casera y un buen rato de charla, tocaba ayudar a Henrick a marcar el pueblo y dejar todo finiquitado. Mejor hacerlo esa misma noche, con calma, y así a la mañana siguiente podríamos dedicarnos a otras tareas con más tranquilidad. Así es Ortigosa Trail: trabajo, entrega, muchas manos, y también momentos compartidos que se quedan para siempre.

Ya por la mañana, sobre las 6:00, nos acercamos a la plaza del pueblo. Para entonces, Alberto, coordinador del circuito La Rioja Mountain Races Chiruca Experience, ya estaba allí. Otro incansable, que no descansa y siempre está dispuesto a ayudar en todo lo que puede en cada una de las carreras del circuito.



Poco a poco fueron llegando más voluntarios y voluntarias, y también los corredores más madrugadores, que venían a recoger su dorsal y la completa bolsa del corredor en los bajos del ayuntamiento.

Música bajita, desayuno en el bar de la plaza, una visita a la exposición de fotografías del circuito...
A eso de las 7:30, empezamos a hablar, pero de forma suave, tranquila, sosegada. Había que llevarse bien con los vecinos de Ortigosa, que tan generosamente acogen esta fiesta del trail.

Y es que la primera salida, la del recorrido largo —35 kilómetros y 2000 metros positivos, con su punto más alto en Mojón Alto, a 1.770 metros—, estaba prevista para las 8:00.
No era cuestión de empezar a dar voces tan temprano. A veces, el respeto también forma parte del ritual de carrera.

Aquí tuvimos un pequeño descanso, ya que la segunda salida estaba programada para las 9:00 de la mañana. Era el turno del Recorrido Medio: 24 kilómetros con 1.140 metros de desnivel positivo.

Esta distancia tenía un aliciente especial, porque además de disputarse la victoria de la prueba, también se decidía el desenlace de la Copa Primavera del circuito La Rioja Mountain Races, formada por las carreras de Nieva de Cameros, Matutrail, Desafío Albelda y, por supuesto, Ortigosa Trail. Ambiente de emoción, nervios y mucha ilusión antes de la salida.

Treinta minutos más tarde, era el turno de la carrera con mayor participación de la mañana: el Recorrido Corto, de 15 kilómetros y 750 metros de desnivel positivo. Además de cerrar la Copa Primavera en la categoría de distancias cortas, esta prueba ofrecía una opción más relajada: se podía recorrer la misma distancia en formato marcha, con salida cinco minutos más tarde.

Una propuesta accesible y para todos los gustos, pero con el mismo espíritu: disfrutar de la montaña, del entorno y de una jornada inolvidable en Ortigosa de Cameros.

Entre la última salida y la llegada de los primeros corredores, calculábamos poquito más de una hora de margen. Así que aprovechamos ese rato para tomarnos un pintxo y un café, recargar energías y coger fuerzas para el resto de la mañana. Un momento de calma dentro de la intensidad del día, compartido entre compañeros, sonrisas y ese ambiente tan especial que se respira en los eventos deportivos.

Desde la llegada del primer participante, entrando a la Plaza Alberta Martínez por uno de los muchos callejones que tiene este pueblo de apenas 250 habitantes, construido en las laderas de un valle, hasta que llegó el corredor menos rápido, pasaron cerca de cuatro horas y media.

Cuatro horas y media llenas de animación, entrevistas y el descubrimiento de historias increíbles entre los casi 300 participantes que contó el evento.




La verdad es que el calor nos apretó de lo lindo. La fuente de la plaza se convirtió en el mejor lugar para meter la cabeza y refrescarse, y buscar un poquito de sombra también se agradecía. Hidratarnos bien era fundamental.

Cualquier cosa valía para sobrellevar la espera hasta la entrega de premios, donde reconocimos a los mejores de las diferentes distancias y también a los ganadores de la Copa Primavera del Circuito La Rioja Mountain Races Chiruca Experience.

Tras la entrega de premios, llegó el turno del alma de Ortigosa Trail: el gran Henrick quiso despedir el evento, y así lo hizo. Con unas palabras llenas de sentimiento y pasión, emocionó a todos los que estábamos allí presentes, que le correspondimos con un fuerte aplauso.

El punto final de Ortigosa Trail tiene lugar en la sociedad de la Unión Tertulia Ortigosana. Allí, más voluntarios de la prueba preparan un fideuá exquisito que, además de servir para reponer fuerzas, une aún más a organización y corredores, y sobre todo, a corredores entre sí.

Un espacio donde todos nos mezclamos en las mesas para compartir un buen rato de conversación, hablando de la carrera y de los próximos objetivos que nos esperan.

No pudimos alargar mucho nuestra estancia allí. Comimos rápido, saboreamos el fideuá y nos despedimos de amigos y conocidos, sobre todo de Pilar, Henrick y Alberto.



Luego, salimos rumbo a Ziordia, en Navarra, para correr por la tarde en una carrera solidaria junto a la familia de Aurrera Markelekin.

Si te organizas, da tiempo para todo.

Ortigosa Trail, siempre es un placer compartir con esta gran familia un evento tan bonito como el vuestro donde cada voluntario se desvive por sacar adelante la prueba, así que os agradezco a todos los que de una manera u otra me ayudasteis a desarrollar mi trabajo. 

Gracias y hasta la próxima.




viernes, 27 de junio de 2025

CRÓNICA NOJA RACE "DESDE EL MICRO"

El pasado domingo, 22 de junio, nos tocó poner una nueva chincheta en la provincia de Cantabria como speaker oficial. Nada más y nada menos que en la Noja Race, una prueba organizada por Desafío Cántabro, quienes cuentan con amplia experiencia en la organización de carreras de obstáculos, tras varios años al frente del Desafío Cántabro de Torrelavega.

He de agradecer a Fuen, en primer lugar, su confianza al contar conmigo como speaker oficial de la prueba, y en segundo lugar, su implicación y compromiso para sacar adelante un evento como el del otro día. Le apasiona este deporte, lo vive, lo disfruta, y qué mejor manera de darlo a conocer que organizando una carrera de obstáculos en su propia zona.




Me tocó viajar de noche. El día anterior había sido puro mambo del bueno. Por la mañana estuve dando las salidas en un Rally de Regularidad en el camping de Aritzaleku, y por la tarde, en Pamplona, disfrutamos de la Media San Fermín, con más de 1.500 participantes cruzando la meta. Después de terminar tarde, tocó subirse al vehículo y rumbo a Noja, donde llegué alrededor de las dos de la madrugada.

Una siestica nocturna y enseguida salí a buscar una cafetería por el centro de la localidad para coger fuerzas de cara a la mañana. Sobre las 8:00 me acerqué a la zona de salida, que ya teníamos ubicada, y tras presentarme a los voluntarios y voluntarias que estaban por allí, me fui a dar una vuelta, tanto por la Playa del Ris como por el parque donde se encontraban los últimos obstáculos de la prueba. Me recordó mucho a mis años como participante en este tipo de carreras; era imprescindible, sobre todo, conocer bien cómo era la parte final.

La organización nos puso la megafonía, así que la probamos, pusimos nuestra música y empezamos a darle ambiente a una mañana fresquita, sobre todo en comparación con lo vivido el día anterior en Navarra. Estábamos a 20 °C, nublado y con un poco de rocío mañanero, lo que nos hizo estar con la chaquetilla puesta casi hasta el momento de dar las salidas, a las 10:00 de la mañana.





A pesar de estar lejos de nuestra Comunidad Foral, entre los participantes había bastantes caras conocidas. El haber estado hace una semana en la Victoria Race de Nanclares de la Oca hizo que coincidiéramos muchos en ambas pruebas. Así que genial, tiramos de esas personas conocidas para amenizar los momentos previos a la salida.

Los más de 200 participantes se iban a enfrentar a la primera edición de la Noja Race, con dos opciones de recorrido: por un lado, una prueba de 8 kilómetros con 25 obstáculos; y por otro, una versión más corta de 4 kilómetros, donde se vivió una tanda muy chula, bonita y emocionante: la Tanda Family, en la que los más peques de la casa corrieron acompañados de algún adulto.

Con todo preparado, tras el briefing técnico de Fuen y con la presencia de toda una campeona del mundo en la salida de la prueba, Carlota —concejala de Nuevas Tecnologías, Deportes, Desarrollo Local, Medio Ambiente y Salud del Ayuntamiento de Noja— quien ganó una medalla de oro en el Campeonato Mundial de Karate 2023 y una medalla de bronce en el Campeonato Europeo de Karate 2022, ambas en la prueba por equipos, dimos la salida a la primera edición de la Noja Race.




Pasadas las 10 de la mañana, dimos comienzo con la salida de la tanda Élite y Grupos de Edad masculinos. En esta primera tanda no se permite recibir ayuda: los participantes salen con tres pulseras y solo pueden perder dos. Si no las recuperan al final... ¡eliminados! Lo mismo ocurre en la categoría Élite femenina. En el caso de los Grupos de Edad femeninos, salen con cinco pulseras.

Una vez lanzadas esas dos primeras tandas, tocó el turno de la animación: juegos, tábatas, burpees... Teníamos por delante cuatro tandas más en la distancia de 8 kilómetros y dos tandas en la de 4 kilómetros. He de reconocer que, en este punto, los participantes lo dieron todo para colaborar y ayudar a que cada salida fuese divertida, motivadora y llena de buen rollo.





A falta de menos de un kilómetro para la llegada, los participantes pasaban muy cerca de nosotros, teniendo que cargar con una garrafa llena de agua y realizando un recorrido circular por la Playa del Ris. Nos avisaron que los primeros corredores ya estaban por allí, así que intensificamos la animación para que la gente que estaba en la zona final se acercase, sobre todo, al último obstáculo de la prueba: un combo de cinco partes con suspensión muy baja, koala en ascenso, barra vertical, monkey bars y una anilla a través de una barra. Los participantes tardarían todavía un rato en llegar, ya que en el Parque de los Juncos les esperaban varios obstáculos finales.

Íbamos a tener un final con dos personas, pero había que estar atentos al número de pulseras por si alguno de ellos tenía que recuperar alguna. En este caso, Aitor González superó el obstáculo y llegó con las tres pulseras intactas, mientras que Patxi Martínez de la Hidalga no logró superar el obstáculo y quedó eliminado tras perder la última pulsera que le quedaba en la muñeca.

En categoría femenina, una titana como Lupi se hizo con la victoria. Era la única chica que participaba en categoría Élite femenina, pero aquí está claro que no compites más que para superarte a ti misma y para afrontar la dificultad que cada organización plantea con sus obstáculos personales.





Tras el paso de los primeros Élites y GGEE, empezaron a llegar los corredores y corredoras más populares, donde ya no tienen que penalizar recuperando pulseras, sino realizar 10 burpees. Algunos los hacen todos, otros no, unos hacen solo un par y les parece suficiente, algunos se los reparten entre los miembros de su grupo o equipo, y si estamos por allí, seguro que acaban haciéndolos. Además, el público nos ayuda a contar en voz alta para asegurarnos de que los hagan todos.

Son carreras divertidas, donde prima pasarlo bien, y de eso sabemos un rato. Disfrutamos muchísimo, hacemos disfrutar, y buscamos la complicidad tanto de los participantes como de los familiares y amigos que están cerca. Así, se nos pasa el rato en meta sin apenas darnos cuenta. Y cuando nos avisan de que el final de la carrera está próximo, casi nos da pena que todo termine. Más aún si convocas a los voluntarios y voluntarias y aparecen para montar una gran fiesta final y formar un pasillo para los participantes que cierran la carrera.




Tocaba la entrega de premios, en la que contamos, además de con Carlota y Fuen, con la presencia de Mireia, alcaldesa de Noja. Aprovecho para agradecer a Fernando, de Gedsport, encargado del cronometraje y las clasificaciones, todo el trabajo que realizó, ya que, por lo general, en este tipo de carreras se entregan varios premios y reconocimientos por categorías, equipos, grupos de edad, etc.

Había pasado ya el "huracán Noja Race" y, aunque a la organización todavía le quedaba bastante trabajo, era momento de agradecer, reconocer el esfuerzo y conocer a más gente increíble del mundillo de las OCR: participantes, marshalls, nuevos organizadores y voluntarios, que nos cuidaban de maravilla, incluso dándonos de comer allí mismo.



Quise conocer un poco más la zona y, aunque temprano por la mañana ya habíamos estado en la Playa del Ris, aproveché para dar un paseo esta vez con los pies metidos en el agua, fresquita, por cierto. Visitamos las Gafas de Noja e hice una pequeña parte del Paseo de la Costa, que comunica la Playa del Ris con la Playa de Trengandín.

Estábamos a gusto por allí, paseando con un helado en la mano, pero tocaba poner punto final a un fin de semana espectacular, vivido en tres eventos distintos, de tres disciplinas diferentes y con tres familias únicas. Gracias, Rally Estella-Lizarra; gracias, Media San Fermín; y gracias, Noja Race, por permitirme disfrutar tanto de mi trabajo y de un fin de semana inolvidable.