El pasado sábado, 31 de mayo, vivimos una nueva edición —y ya van seis— de la Extreme Vallacuera, una marcha de BTT a la que siempre le tengo un cariño especial. Por un lado, se celebra en el pueblo en el que vivo, lo cual siempre es agradable; y por otro, el Club Ciclista Azkoien, y especialmente uno de los grandes motores de este evento, Txus, fue quien me abrió el camino para coger el micrófono en un evento diferente a los que estaba acostumbrado a hacer en Falces.
Para esta edición, la prueba venía con novedades. A los ya conocidos recorridos —el corto, de 27 kilómetros y 500 metros de desnivel positivo, catalogado como fácil; y el largo, de 50 kilómetros y 1.200 metros de desnivel positivo, catalogado como difícil y que recorre sendas y caminos de Peralta al inicio, Falces en la parte intermedia y de nuevo Peralta al final— se le sumaba una nueva distancia intermedia: 36 kilómetros con 800 metros de desnivel positivo.
Este nuevo trazado compartía recorrido con el largo hasta el kilómetro 34, justo en el punto donde comienza la parte más dura, técnica y, si aún tienes fuerzas, la más divertida de la Extreme Vallacuera.
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A las 7:30 de la mañana habíamos quedado en la zona de reparto de dorsales. Como es habitual en los eventos que me tocan en Peralta, la brigada municipal se encarga de montar el equipo de megafonía del Ayuntamiento, así que nosotros solo tenemos que conectar nuestro ordenador y poner nuestra voz.
Poco a poco, tanto los participantes —para recoger su dorsal y una bolsa del corredor muy completa— como los voluntarios y voluntarias, fueron acercándose a las salas culturales. Unos retiraban su dorsal, y otros recogían el material necesario para dirigirse al monte: ya fuera a los avituallamientos, ya a los cruces a señalizar en los cruces.
Algo más de doscientos participantes tomaron la salida a las 9 de la mañana desde la zona deportiva de Peralta, en una salida conjunta que llevó a los ciclistas por las calles del pueblo durante el primer kilómetro, en una salida neutralizada organizada por el Club Ciclista Azkoien.
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Los tres recorridos compartieron trayecto hasta aproximadamente el kilómetro 18, donde se encontraba el primer avituallamiento.
Entre unas cosas y otras por la zona de meta —hablando con unos, viendo cómo preparaban el avituallamiento, enredando con las redes sociales, la música y los WhatsApp de los voluntarios— la hora de espera se nos pasó volando. Poco más de una hora tardó en aparecer el primer ciclista en meta.
La Extreme Vallacuera, como ya viene haciendo desde hace varios años, tiene una particularidad pensada para los deportistas que se atreven con el recorrido largo.
A la altura del kilómetro 38, aproximadamente, pueden elegir entre dos opciones:
una parte más dura y exigente, que les permite optar a entrar en la clasificación final del recorrido largo, o una zona más sencilla, que les deja fuera del podio aunque terminen el trazado.
A la parte difícil la conocemos como “las crestas”, y a la más suave, como “los medios”.
Aunque el desvío solo suponga entre 2 y 3 kilómetros, la diferencia se nota: el esfuerzo, el ritmo y la técnica cambian mucho dependiendo del camino que tomes.
En meta nos lo pasamos genial. Vimos llegar a participantes con caritas de todo tipo, y es que el calor que hizo esa mañana se notó: unos lo sufrían en el recorrido, y otros lo esquivábamos como podíamos, buscando sombra. Aprovechábamos esos momentos para charlar con los participantes que ya estaban en el avituallamiento final, recuperando energías con el bocata en la mano y una sonrisa de satisfacción.
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Nosotros, tras la entrega de premios y recoger lo poco que teníamos, nos marchamos, no sin antes dar la enhorabuena a la organización y agradecerles la confianza. A los organizadores aún les quedaba trabajo por delante y su fiesta particular continuaba con la comida en el frontón.
Así que ya sabéis: para el año que viene, un día completo en Peralta disfrutando de la Extreme Vallacuera y del Club Ciclista Azkoien.
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