El coloso de la cuenca de Pamplona nunca falla, ya sea para entrenar o para competir. Puede que sea uno de los trails más antiguos de Navarra, con la friolera de dieciséis ediciones y, como siempre, ofrece paisajes, terreno y recorrido espectaculares.
No siempre podemos hacerlo, pero esta semana sí logramos escaparnos el viernes para reconocer el recorrido. He de felicitar a la organización, porque, incluso sin voluntarios, no tuvimos ninguna duda en ninguno de los cruces al realizar el recorrido largo de 21 kilómetros.
Me escapé con un compañero del Peralta Atlético. Hicimos todo el recorrido de la media maratón y disfrutamos de cada uno de los rincones que esconde esta preciosa carrera. Comenzamos con la subida por la parte derecha, que engaña —y mucho—, porque te invita a correr, pero vas acumulando desnivel positivo paso a paso.
En el kilómetro 5, aproximadamente, tomamos el desvío del recorrido largo para ir por los rasos de Larrun, pasar por la fuente de Ituroitz y bajar por el barranco, cruzando varias veces de un lado a otro. Después, los recorridos se vuelven a unir para afrontar el tramo de subida a los molinos, a Ekisoain, por el mismo trazado, adentrándonos en un hayedo que, gracias a las últimas lluvias, estaba espectacular.
A continuación, llega una bajada donde los recorridos vuelven a separarse, y el largo se dirige hacia la senda de las vacas, pisando en todo momento la hojarasca caída, sin ver claramente por dónde caminas. Este tramo te va acercando al collado del Portillo, por donde también pasa el recorrido corto, aunque en este punto el largo rodea la Higa y desciende ligeramente antes de enfrentarse a la parte más exigente de la carrera. Primero llega la subida a Higalepo, una ascensión añadida el año pasado, donde se encuentra un monolito en memoria de quien fuera escoba de la carrera durante muchas ediciones. Después viene la zona de las cadenas: una pared casi vertical que hay que superar en varios tramos con la ayuda de las cadenas instaladas.
Para terminar la carrera, una vez coronas Elomendi (1.242 m), el recorrido te pone a prueba con una bajada casi vertical. En apenas tres kilómetros se descienden cerca de 750 metros de desnivel negativo, con tramos muy técnicos, zonas con piedra y gravilla suelta, y otras en las que se puede correr mucho.
El domingo 4 de mayo nos presentamos temprano en Monreal para preparar todo. Por allí ya estaban Álvaro, Alfonso y Josean, entre otros voluntarios y voluntarias. Como ya habíamos estado en un par de ocasiones y sabíamos que nada cambiaría en cuanto a nuestro trabajo, empezamos a montar todo con tiempo para ir bien de hora.
La zona de entrega de dorsales nos quedaba un poco a desmano, pero algunos corredores pasaban por delante y ya podíamos saludarles, darles los buenos días y desearles mucha suerte para la carrera.
La salida estaba programada para las 9:30 de la mañana, así que desde casi las 9:00 ya se veía a mucha gente calentando por los alrededores. Aprovechamos ese momento para preguntar, charlar y conocer cómo se encontraban los corredores y corredoras antes de afrontar, bien el recorrido largo de 21 kilómetros con 1.200 metros de desnivel positivo, o bien el recorrido corto de 12 kilómetros con 550 metros positivos.
Durante el recorrido, recibíamos información a través de los diferentes puntos de control establecidos en la carrera, lo que nos permitía saber en todo momento cómo se estaba desarrollando la prueba.
Los primeros en llegar, por lógica, fueron los del recorrido corto, donde Yelko Pardiñas se hizo con la victoria, cruzando la meta con poca ventaja respecto al segundo clasificado y con la rodilla ensangrentada. ¡10 puntos le tuvieron que dar al final de la prueba! En categoría femenina, Gurantz Azpiroz revalidó nuevamente el título de campeona.
La carrera larga también estuvo emocionante, ya que Ion Vegas se impuso por tan solo 10 segundos sobre su perseguidor. En la categoría femenina, el triunfo fue más claro, con una espectacular bajada desde Elomendi por parte de Ainhoa Etxegarai, quien logró abrir una ventaja considerable frente a su perseguidora.
Durante tres horas estuvimos recibiendo participantes en la meta sin parar. Es cierto que algunos no habían superado el corte de tiempo en el collado del Portillo. La mañana amenazaba tormenta y, claro, la zona de las cadenas y las antenas no es precisamente el mejor lugar para estar bajo la lluvia, y mucho menos durante una tormenta eléctrica. Al final no cayó ninguna, pero eso solo lo sabemos ahora, una vez ha pasado todo. En mi opinión, la decisión de la organización fue acertada.
Los premios también se cambiaron de ubicación por la misma razón mencionada anteriormente. Y mira que la zona de las piscinas es preciosa —lo digo todos los años, antes y durante la prueba—: esta carrera tiene el photocall natural más grande y bonito. Tener un recuerdo con la Higa de Monreal de fondo es simplemente espectacular.
Tras la entrega de premios a los más rápidos —tanto en categoría absoluta como en veteranos, así como en la parte cronometrada desde el Portillo hasta las antenas—, llegó otro de los momentos más característicos de esta prueba. Un año más, la Asociación de Jubilados de Monreal preparó con gran ilusión un auténtico lunch, pensado para alargar la estancia de los corredores y sus familias tras la carrera.
Nosotros aprovechamos para picar algo rápido, pero enseguida nos pusimos a desmontar todo, ya que aún nos quedaba un buen rato recogiendo y la amenaza de lluvia seguía presente. Eso sí, una vez terminado el desmontaje, tuvimos tiempo de volver al frontón de Monreal para degustar las tortillas de patata y demás delicias del lunch, mientras charlábamos con participantes y organizadores del evento.
Una carrera que os recomiendo al 100%. El recorrido es espectacular, permite correr mucho durante casi toda la prueba, hasta el kilómetro 16, donde empieza el verdadero rock and roll. Luego llega la última bajada —técnica en algunos tramos—, pero con la meta ya tan cerca, todo el esfuerzo merece la pena. Eso sí, hay 400 dorsales... y se completan.
Si no hay ningún imprevisto, nos vemos el año que viene en carrera, pero seguro que a lo largo del año recorremos sus senderos en más de una ocasión.
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