Se trata de una prueba diferente, única en Navarra por sus características. Es rápida y explosiva, corta pero intensa, a la vez divertida y animada. Mantiene un ambiente familiar y cercano, pensado tanto para globeros como para ciclistas más profesionales, y cuenta además con embajadores de lujo. La organización es impecable y ofrece sorteos muy atractivos, buena música, actividades para los más pequeños y premios en varias categorías, incluido el sorteo de una bicicleta. No te pierdas la crónica, porque quizá el próximo año seas tú quien esté subiendo las rampas del Puy.
El pasado sábado 27 de septiembre, por la tarde, volvimos a dar voz al Desafío Globero El Puy by La Bicicleta. Se trata de un reto que consiste en ascender hasta la Basílica del Puy, situada en lo alto de Estella, superando una rampa de 640 metros con 45 metros de desnivel positivo, una pendiente media del 8,4% y rampas máximas que alcanzan el 13,8%. En coche ya cuesta… ¡imagina en bicicleta!
Con todos los extras que trae la carrera para los más pequeños —hinchables, juegos, el concurso de diseño del maillot para la edición 2026—, además del food truck, también atractivo para los mayores, y la barra de bar, el evento resulta un plan completo para toda la familia. El entorno acompaña: un paraje bonito, con jardines y vistas. Tranquilidad no hay ese día, pero el resto del año seguro que sí. Por eso, mi familia quiso acompañarme nuevamente, y fue genial poder pasar la tarde allí rodeado de buen ambiente.
Apañamos algunos detalles de última hora con el encargado del cronometraje para dejarlo todo listo y bien organizado, y tener claro cómo se iba a desarrollar la cronoescalada. Al tratarse de la misma persona y la misma dinámica del año pasado, fue rápido ponernos al día. Con un par de pantallas mostrando los nombres y los tiempos, y una aplicación abierta en el móvil, teníamos toda la información al instante para poder transmitirla, contar en directo cómo iban cambiando las clasificaciones de cada categoría y señalar quiénes debían ocupar la “silla caliente” como líderes provisionales.
Tras unos minutos de previa, en los que apenas vimos a algunos participantes calentar —la mayoría se encontraba en la zona de salida mientras yo ocupaba la posición en meta—, se fueron acercando las 17:00 de la tarde. En ese momento, el crono de las pantallas que teníamos en meta comenzó a correr: era la señal de que el primer participante estaba afrontando ya las duras rampas de la Basílica del Puy. Rampas que, este año, recuperaban el trazado del que hoy conocemos como Gran Premio Miguel Induráin y que durante varios años fue final de esta prueba.
Durante 80 minutos, salidas cada minuto, estuvimos recibiendo participantes de distintas categorías: Junior, Máster 50, Máster 40, Féminas y Absoluto. Por la “silla caliente” fueron pasando varios corredores que iban mejorando los tiempos anteriores. También vivimos momentos curiosos: algunos subieron disfrazados, otros lo hicieron con bicicletas míticas de muchos años, e incluso hubo quien se atrevió a completar todo el recorrido a caballito. Entre las sorpresas apareció Batman, y el broche final lo pusieron los embajadores de lujo, ciclistas profesionales como Óscar Rodríguez (Ineos) y Sergio Samitier (Cofidis).
Una vez finalizada la prueba, y tras toda la diversión vivida en la zona de la basílica —con pequeñas entrevistas, piques entre participantes y momentos muy entretenidos—, llegó el turno de disfrutar de un ambiente más distendido, compartir impresiones y comenzar a preparar la entrega de premios.
Se inició con el sorteo de dos invitaciones para pruebas de ciclismo como el Gran Fondo de Albacete, el Desafío Lagos de Covadonga, La Indurain y La Purito. A continuación, se repartieron productos deportivos de la marca Spiuk, como cascos, maillots, mallas, calcetines y un maillot del equipo Cofidis. Todo esto se ofreció únicamente por el hecho de inscribirse en la prueba.
A continuación, se entregaron los premios. El primero fue para la subida más elegante, motivo por el cual en esta ocasión no faltaron los disfraces. Después, se otorgó el premio a la mejor grupeta, ya que apuntarse por equipos también suma puntos. Finalmente, se repartieron los premios por categorías: júnior, máster 40, máster 50, féminas y absoluta.
Y, para cerrar la entrega de premios, quedaba por conocer el número agraciado con una bicicleta Alma Orbea, que se podía conseguir a través de la compra de boletos. Durante toda la tarde, unas azafatas encantadoras se encargaron de venderlos, dando la oportunidad a quienes no habíamos participado en la prueba, pero sí estábamos presentes, de poder llevarnos el premio. No fue mi caso, una lástima… porque me habría venido de maravilla.
Tocaba poner punto y final a la tarde, aunque ya preveíamos que se alargaría. De hecho, en casa mi familia y yo lo teníamos más que hablado. Era momento de charlar y disfrutar con la familia de Desafío Globero. Para mi sorpresa, el gran maestro Juan Mari Guajardo, la voz del ciclismo, también estaba allí, y esta vez con los papeles intercambiados: yo trabajando y él disfrutando. Anda que no nos habremos visto veces en la situación contraria.
Y, para rematar la jornada, nada mejor que un food truck con unas pedazo de hamburguesas que nos zampamos todos. Mis hijos ya llevaban pensando en ellas desde el día que les confirmé que repetiríamos en Desafío Globero, así que no podía estar más contento: por ellos, porque me acompañen y porque este evento también sea para ellos una motivación.
Un día de lo más entretenido: por la mañana habíamos estado locutando en Peralta el Azkotrail y, por la tarde, en el Desafío Globero El Puy. Solo faltaba despedirnos de la organización y de las personas que aún permanecían allí, y quedar para reencontrarnos en próximos eventos, con los que seguro volveremos a coincidir más pronto que tarde.